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AUTOMATISMO, BITÁCORA DE PENSAMIENTOS PERIFÉRICOS

Arte y archivo

Texto de Marco Alberto Aguilera Enríquez, psicólogo.

 

Entre lo estético y lo político. Esta instalación es la muestra de una bitácora de un pensar y experimentar nómada que se complace en el caminar y registrar las imágenes de dicho vagabundeo: como en la vida, en la que damos vueltas sin saberlo muy bien, deteniéndonos transitoriamente allí donde el gusto o el compromiso, en su capricho, nos convoca. Nadie sabe a dónde vamos ni por qué, este registro indica esa indeterminación maravillosa y aterradora del vagar, de la deriva, que es el vivir, que es el pensar y como nos vamos creando a través de nuestras interpretaciones al transitar.

 

Se podría decir que la presente instalación está influenciada por la filosofía situacionista originada en Francia en los años cincuenta, dicha ideología pretende crear un arsenal de armas críticas con las que se puede cuestionar nuestras maneras de vivir y pensar, llegando a desautomatizar nuestras percepciones de la realidad; indicando que los elementos de lo real se pueden ser reutilizados para crear ordenes nuevos, un reempleo de elementos en conjunto para crear nuevos sistemas.

 

El lenguaje es metáfora, la metáfora da forma a la realidad, por lo tanto, si cambias la metáfora cambias la realidad. La imagen es lo conocido que no tiene nombre: lo real innombrable que ronda las palabras, pero que nunca es atrapado por ellas. Por lo tanto, los lugares son las imágenes de las metáforas con que se dice el pensamiento. La imagen es el significado de la palabra.

 

Así mismo, el arte no es un ámbito aparte de la vida cotidiana, por lo que debe ser crítico y provocador. Un ejemplo de esto es el deambular, el flâneur, la deriva en nuestros recorridos diarios, el cual propone una actividad lúdica con la cual experimentar la ciudad. La deriva es el perderse en la ciudad para observar y analizar, dejando ser de paso para reexperimentar y observar, salir y perder el tiempo porque el que lo pierde gana espacio, estrategia ideal para combatir los automatismos y la fugacidad de las imágenes a las cuales estamos sometidos con las nuevas tecnologías y el ritmo de la vida cotidiana superficial.

 

Se puede considerar que Angélica Chávez Blanco es una flâneur de las artes ya que transita de una técnica a otra, creando, disfrutando y reinventando experiencias estéticas, haciendo acopio de su provisión cotidiana de impresiones, siguiendo su propia partitura, sus atracciones afectivas guiadas por la inspiración del momento, la atmosfera intuida de un lugar, siempre con la posibilidad de dar la vuelta o cambiar repentinamente de camino si no era lo que se esperaba. Dicho transitar, o como ella lo adapta, nomadismo de temas, técnicas y sentimientos que generan una comunicación íntima con quien experimenta su obra, ha servido para ir encontrándose, reconstruyéndose en relación al todo de su existencia y entorno social.

 

El comprender el mundo es atribuirle un significado, es decir, un nombre, sin embargo, la resistencia a un sistema donde reinan las etiquetas limitantes y las clasificaciones para todo, implica que el goce de la transición nómada de cada una de las facetas de esta creadora es una herramienta crítica y provocadora para el sistema. Se trata de meter lo inédito en lo sobreentendido, y de hacer chocar la tradición con lo nuevo, para que siga andando la historia y, sobre todo, de hacer reunir lo personal con lo social: lo íntimo también es compartido; si lo personal puede ser exteriorizado, si lo indecible puede ser dicho, si lo imaginado puede ser verbalizado, el individuo se poetisa y se politiza.

 

Cada imagen evoca un sentimiento, pero no puede haber sentimiento sin pensamiento por lo que cada pensamiento periférico da sentido y forma al concepto principal de esta obra: El reflexionar sobre nuestra capacidad de asombro, de apreciación y análisis, así como el cuestionar nuestras propias precepciones, sentimientos y sensaciones. Tal como lo plantea David Le Breton aludiendo a la fugacidad de las imágenes a las cuales estamos sumergidos ya que él considera que el hombre actual es el hombre del olvido y de la urgencia ya que el paisaje desfila a su lado, más allá del parabrisas, sin que él sienta nada, en una especie de anestesia sensorial y de hipnosis con la carretera; sin necesidad de detenerse en el camino, es únicamente un ojo hipertrofiado que lo recorre a gran velocidad.

 

Así como el caminar, en el contexto contemporáneo, podría ser una forma de nostalgia o resistencia al aventurarse corporalmente a la desnudez del mundo, transfigurando los momentos normales de la existencia, los reinventa con nuevas formas de relacionarse con el contexto. Como lo diría Angélica Chávez: “Hay que tomar en cuenta que el acto de ver y de pensar es una negociación de aquello que percibimos y lo que proyectamos. El centro no puede ser comprendido sin su periferia”.  Así el orden de las imágenes configuran una estética, que requiere que se establezcan las relaciones entre las diferentes partes de una imagen para que se vea completa. Donde lo particular se entiende a partir del todo, y el todo a partir de lo particular.

 

De acuerdo con Michel Foucault el sujeto pertenece a una determinada trama histórica, lo que implica que no es un sujeto constituyente de la realidad si no es un sujeto constituido por las relaciones que tiene con las estructuras o sistemas de su realidad, por lo que esta instalación incita a la reflexión de la comprensión holística de nuestra cotidianidad, a través de un juego lúdico y crítico con los elementos de la realidad, imágenes, lenguaje, sentimiento y pensamiento. La atmosfera del momento es la que filtra la objetividad, es una apropiación corporal del espacio o del camino, es decir se trata de una geografía afectiva.

 

El llevar una bitácora de los recorridos cotidianos es sorprender al tiempo en toda su fragilidad, ya que con el paso de los años la imaginación se mezcla con lo real. Es la experiencia de volver a sumergirnos en una memoria intacta donde la sensorialidad se reaviva en cada frase, hacerla sensible a las más ínfimas variaciones del detalle ya que el laconismo de ciertas frases, imágenes o símbolos nos da a entender mucho más de lo que contienen, pero queda un buen almacén de imágenes para volver a sumergirnos en una memoria intacta donde la sensorialidad se reaviva con cada registro.

 

Todo arte es una manera de comunicación, Héreclito decía “lo diverso une, lo opuesto fortifica” la creación de puntos de encuentro generan nuevas formas de actuación social, de organización, nuevos estilos de reunión y, de ahí surgen nuevas expresiones en las artes, que corresponde a las dimensiones de las imágenes convertidas en política en su más genuino concepto. La realidad no es una descripción de hechos, son un proyecto de sociedad que se hace entre todos y los practicantes en igualdad comunicativa: siendo un método comprensivo e interpretativo. Siendo política.

 

El moverse de un conocimiento a otro, sin establecer un territorio ni un dominio del mismo yo, de esa manera permitiendo todo aquello o aquél que desee entrar allí. Todo es dominio del nómada, del que no ha llevado su conocimiento a una mediana estabilidad estática o que lo ha sedentarizado, instalándose en él por toda su vida. Quien se hace nómada del conocimiento, no se puede considerar nunca un exiliado.

 

El mapa no es el territorio.

Fuentes:

 

Libro: “Elogio del caminar”, David Le Breton, biblioteca de ensayo “Siruela”, 3ª edición 2015, Francia.

Libro: “El espíritu de la calle, Psicología política de la cultura cotidiana”, Pablo Fernández Christlieb, editorial Anthropos, 2004, Guadalajara México.

Libro: “Filosofía nómada, itinerarios”, Fredy Téllez, Editorial Hombre Nuevo Editores, 1ª edición 2008, Colombia.

Video: Angelica Tognetti – “Entre lo estético y lo político: la Internacional Situacionista”. https://www.youtube.com/watch?v=0R3rWnc2aHk

Video: “Debate Chomsky/Foucault La Naturaleza Humana: Justicia versus poder (completo español)” https://www.youtube.com/watch?v=09uLcWMQOfY

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